Perdí la cuenta de la cantidad de veces
que tomé el notebook con la intención de escribir acerca de mis
visitas a Kiosco Roca y finalmente no lo hice.
Había cierto temor, ya que para muchos
escribir de esta sucursal en Santiago, es escribir de algo que los
Magallánicos consideran casi parte de su identidad, de su ADN, y
tenía la preocupación que al momento de opinar de esta “picada”,
algunos no supieran separar eso y lo tomaran como un ataque a la
austral ciudad, en la que por cierto, estuve muchas veces en 1995 y
1996 dado que viví en Río Gallegos, Argentina. Pero en ese tiempo nunca supe de
la existencia del Kiosco Roca y mi lugar frecuente puntarenense era el Garogha.
Hecha la aclaración de por qué me
costó escribir acerca del Kiosco Roca y su sucursal santiaguina, ahora, el
comentario que haré, lo dividiré en tres aspectos: el local, la
atención y lo más importante, el sabor.
Hace cinco años, el Consejo Nacional de
la Cultura, coronó al Kiosco Roca de Punta Arenas como la mejor
picada y desde ahí, este local con una tradición de más de 8
décadas, ha ido abriendo sucursales en otras ciudades, lo que es muy
valorado por los puntarenenses, magallánicos y quienes han visitado
esas tierras. El último en abrir fue el de Santiago, con una muy
buena ubicación: a pasos de la estación de Metro Irarrázabal.
Al entrar tuve una sensación y que se
ha mantenido con las posteriores visitas, lo que obvio es subjetivo: Es un local sin alma, me
transmite tristeza y nostalgia. Hasta me siento un poco incómodo de comer ahí, a veces. Para mi es un recinto apagado, plano y sin alegría.
No soy experto en decoración, pero para mi falta color. Será que
la mayoría de las fotografías enmarcadas que han ido colocando en sus paredes, son en
blanco y negro, pero para mi falta vida, alegría... Es tan simple, que a
veces me da la sensación que todavía están en marcha blanca.
La atención es rápida, amistosa y
deferente, algo que como siempre digo, cada día cuesta más
encontrar, así que ahí un punto a favor de Kiosco Roca.
Ahora pasando a los sabores, cada uno
puede tener su propio concepto de picada, pero para mi un local, ya
apagado por lo que decía, no puede más encima tener una oferta pobre. Ok, entiendo que se mantiene la tradición del local original
en el extremo sur de nuestro país, y por lo mismo, si que fue una
apuesta el querer subsistir así en la capital, pero insisto en el
concepto: todo pareciera querer cumplir con lo mínimo, con simpleza. La verdad
si la versión magallánica es igual, no puedo imaginar por ningún
lado, que haya sido electa la mejor picada, dada la pobre oferta.
Claramente en mi visita pedí los famosos sandwich de choripán, los
cuales son baratos y una leche con plátano, que también es
económica. Bueno, tampoco es que hubiera mucho donde elegir.
Cuando llegaron los 'canapés', entendí
el por qué de su precio, pero tampoco es mayor problema, porque como
son baratos, se puede comprar varios y así acercarse a lo que uno
imaginaría es un sandwich de verdad. Pedí las dos opciones
existentes (Me cuesta creer que no hayan más), el choripán con
mayonesa, y el con queso. Hay que decir que el sabor del choripán es
muy rico, sabroso, bien condimentado, no hostigoso ni grasoso. Nada
que decir. Ahora en cuanto al que es con mayonesa: Rico, una mayonesa
con no mucho sabor, lo que hace que no sea invasiva al producto estrella que es el chorizo, está sólo para dar su toque de sabor. Bien
ahí.
Pasando al que es con queso, el que tuviera o no, dio lo mismo, porque al menos las veces que fui, era un queso sin sabor, gusto a nada, sólo se sabía que estaba ahí por su textura.
Así fue que en mis posteriores visitas, finalmente opté sólo por el que es con mayonesa.
Sobre la leche con plátano, es una apuesta arriesgada esta bebida láctea, porque siempre habrá uno que la esperaría más “aguada”, otro más “espesa”, otro con el plátano que ni se note, mientras que otro espera que se sientan trocitos del fruto. Al menos los vasos que he tomado, podemos decir que es una leche poco espesa, donde no hay pedacitos de plátano, está bien disuelto y de dulzor, preciso (desconozco como es endulzada si azúcar, endulzante, etc). Para mi, aprueba, pero con la observación que siempre encuentro que le falta estar más fría. La leche con plátano yo la tomo como algo refrescante y al menos en Kiosco Roca, no la he sentido así, sino a temperatura ambiente.
En conclusión: ¿Me gusta el local? No. ¿La atención es buena? Si. ¿Sus sabores son ricos? Si, pero simples. ¿Cumplió mis expectativas? No, pero seguiré yendo.
Pasando al que es con queso, el que tuviera o no, dio lo mismo, porque al menos las veces que fui, era un queso sin sabor, gusto a nada, sólo se sabía que estaba ahí por su textura.
Así fue que en mis posteriores visitas, finalmente opté sólo por el que es con mayonesa.
Sobre la leche con plátano, es una apuesta arriesgada esta bebida láctea, porque siempre habrá uno que la esperaría más “aguada”, otro más “espesa”, otro con el plátano que ni se note, mientras que otro espera que se sientan trocitos del fruto. Al menos los vasos que he tomado, podemos decir que es una leche poco espesa, donde no hay pedacitos de plátano, está bien disuelto y de dulzor, preciso (desconozco como es endulzada si azúcar, endulzante, etc). Para mi, aprueba, pero con la observación que siempre encuentro que le falta estar más fría. La leche con plátano yo la tomo como algo refrescante y al menos en Kiosco Roca, no la he sentido así, sino a temperatura ambiente.
En conclusión: ¿Me gusta el local? No. ¿La atención es buena? Si. ¿Sus sabores son ricos? Si, pero simples. ¿Cumplió mis expectativas? No, pero seguiré yendo.