Tuve la suerte de ser invitado al
BomBar a almorzar. Asistí sin prejuicios. El lugar lo primero que
refleja es tranquilidad, ya que al ingresar, se puede respirar
aliviado de que no estará hacinado con mesas pegadas a la de uno. Es
espacioso y con una buena separación entre mesa y mesa. Cómodas, al
igual que sus sillas, que aunque parezca un detalle, en otros
lugares, he estado sentado en sillas muy incómodas que a uno lo
obligan a almorzar rápido.
La atención de Llorens, un catalán de
tomo y lomo, es amistosa, educada y deferente.
La entrada, una sopa de apio. No me
gusta mucho el apio, por lo mismo no me lo imaginaba mucho en sopa,
pero por ese mismo motivo es que pedí la sopa, y la encontré muy
rica, con la textura precisa y el sabor que se apoderaba de los
sentidos. Lamentablemente, por error mío, me excedí un poco con la
pimienta.
El plato principal fue Boeuf
bourguignon con mote. De partida supe que había acertado con mi
elección, al saber que el chef es de origen francés.
El Boeuf bourguignon es un plato
tradicional de Francia. Es un estofado de buey cocinado en vino
tinto, ajo, cebolla, zanahorias y hierbas aromáticas. Se suele
acompañar con alguna guarnición, en este caso, con un toque
chileno: Mote.
La verdad es que hace mucho no probaba
algo nuevo para mi, que encontrara tan rico. El sabor de la carne,
suave, blanda y sabrosa, junto al mote, del cual me declaro fanático
y la salsa con su gusto a vino, hacen una perfecta combinación, que
me podrían perfectamente haber tenido toda la tarde repitiéndome el
plato.
De postre un mousse de chocolate
blanco, como punto final a un almuerzo que me dejó muy sorprendido y
con ganas de volver al Bombar, que por cierto, tiene mesas al aire
libre y cumple con todas las características de un buen bar para
pasar en el after office.
Recomendado totalmente.
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